

Llega un señor al doctor y le dice:
- Doctor, fíjese que ya estoy harto, porque siempre que me duermo sueño que un duendecillo me pregunta - ¿ya hiciste pipí? - Y como no he hecho me hago pipí.
A lo que el doctor le reponde:
- Mire; vamos a hacer esto... antes de dormir haga toda la pipí que pueda y después se va a dormir.
El señor se va muy contento a su casa, y cuando llega la hora de dormir hace toda la pipí que puede y luego se va a dormir; cuando está soñando se le aparece el duendecillo y le pregunta:
- ¿Ya hiciste pipí?
Y el hombre contesta:
- Sí, ya hice.
- ¿Y popó?
Se encuentra el paciente tendido en la cama y en la misma pieza se encuentra su médico, abogado, esposa e hijos. Todos ellos esperando el suspiro final, cuando de repente el paciente se sienta, mira a su alrededor y dice:
- Asesinos, ladrones, mal agradecidos, y sinvergüenzas, y se vuelve acostar.
El doctor un poco confundido dice:
- Yo creo que está mejorando.
- ¿Por qué lo dice doctor? - pregunta la esposa.
- Porque nos ha reconocido a todos.
Una monja que tenía hipo, va al médico y le dice al doctor:
- Oiga doctor, tengo hipo y no se me quita, ya tengo así muchos días.
Empieza el doctor a analizarla y le dice:
- Usted está embarazada.
La recepcionista del médico se quedó estupefacta cuando la monja salió del consultorio hecha un basilisco y se fué sin pagar el importe de la consulta. En seguida se asoma el médico y ella le pregunta qué sucedió.
- Nada... La examiné y le dije que estaba embarazada.
- ¡Doctor!... ¡Eso no puede ser!
- Desde luego que no... pero, ¡vaya que le curo el hipo!
Se va la monja al convento y lo cuenta. Al día siguiente va la madre superiora y le dice al doctor:
- Pero, ¿Cómo le ha dicho eso a la hermana?
Y le dice el doctor:
- Si; era para darle un susto y quitarle el hipo.
Y le dice la monja:
- ¡Pues el que se ha dado un susto es el obispo, que se ha tirado desde la torre!

El médico le dice a su paciente en tono muy enérgico:
- En los próximos meses nada de fumar, nada de beber, nada de salir con mujeres ni ir a comer a esos restaurantes caros, y nada de viajes ni vacaciones.
- ¿Hasta que me recupere doctor?
- ¡No, hasta que me pague todo lo que me debe!
Un muchacho está en la sala de espera de una clínica, cuando sale el médico y le dice:
- Buenas y malas noticias, muchacho...
- ¡Oh! ¿Cuáles son las buenas?
- Desde el año pasado a esta fecha, tu pene ha crecido cuatro centímetros...
- ¿Y las malas?
- Es maligno...

- ¡Doctor, doctor!... veo elefantes azules por todas partes.
- ¿Ha visto ya a un psicólogo?
- No, sólo elefantes azules.
Tras examinar a un paciente que es un alcohólico crónico, el médico le dice:
- No encuentro la razón de sus dolores de estomago, pero francamente, creo que esto se debe a la bebida.
- Bueno, entonces volveré cuando usted este sobrio.
Un señor va al médico y le dice:
- Doctor... doctor tengo doble personalidad, ¡ayúdeme a curarla!
- ¿Cuál es el problema hombre?... sentémonos los cuatro y charlemos al respecto.

Un tipo desesperado va al médico y le dice:
- ¡Doctor estoy desesperado!... Ya no sé a quién recurrir; por favor ¡ayúdeme!
- Tranquilo hombre, cuénteme su problema.
- Bueno, resulta que tengo sífilis y ya estoy cansado de recorrer consultorios en busca de alguna cura que no sea el bisturí. A todo médico que fuí... todos me recomendaron lo mismo, que me tenían que amputar el sexo. ¿A ver qué dice usted?
- Bueno... desvístase y acuéstese en la camilla.
El doctor lo revisa y dice:
- No; me parece que no van a tener que amputarle el sexo... ésto es mucho más sencillo. ¡A ver! Súbase en aquel banquito... Muy bien, ¡ahora salte!... ¿Vió, vió? No fué necesaria la cirugía, porque saltando se le cayó solito.
Un tartamudo va a ver a un médico para librarse de su enfermedad:
- Ho-o-ol-a do-c-torr
- Tome asiento y cuénteme, ¿en qué puedo ayudarlo?
- Qui-e-e-rro dd-ee-j-j-ar de s-er ta-ta-ta...
- Si señor, ya lo entiendo. Por favor, cuénteme cómo es un día rutinario de su vida.
- Bu-eno, la ver-da-d que me le-van-to a la ma-ñana y ha-go el a-mor c-on mi mu-jer, al me-diod-ía con mi sec-ret-aria, a la tar-de c-con mi am-ante, y a la no-ch-e de nue-vo con mmi mmujjjer.
- Bueno señor, desvístase que lo voy a revisar...
- ¡Pero señor! ¡Usted tiene tres testículos!... ¡Aquí está su problema! Le voy a tener que operar y extraer el que está de más, con lo que su problema quedará solucionado definitivamente.
Lo opera...
Varios días después el tipo vuelve al consultorio:
- ¡Hola doctor! ¡Mire estoy curado! ¡Mire qué bien que hablo, que fluído! Pero no sabe cómo disminuyó mi vida sexual... Así que... ¡devuélvame mi testículo!
- E-e-eso nno sser-á po-po-sibb-le...
- Doctor, ¡no puedo dormir! Si me echo del lado izquierdo se me sube el hígado, y si me echo del derecho se me sube el riñón.
- Pues, ¡acuéstese boca arriba!
- Entonces se me sube mi marido.
- Doctor, me tiemblan mucho las manos.
- ¿No será que bebe demasiado alcohol?
- Qué va... ¡si lo derramo casi todo!
- Doctor, tengo molestias en los gitanales.
- ¿En los gitanales? Querrá usted decir en los genitales.
- No sé doctor... yo como los veo morenos y con el pelo rizado...

- Doctor, mi marido ya no es lo que era. ¿Puede usted hacer algo para dejármelo como un toro?
- ¡Por supuesto!... desnúdese y empezamos por los cuernos.

- Doctor, ¿Ud. cree que podré vivir 40 años más?
- Depende... ¿Ud parrandea con sus amigos?
- No, doctor.
- ¿Bebe?
- No, doctor.
- ¿Fuma?
- No, Doctor.
- ¿Tiene pareja?
- No, Doctor.
- ¿Sale con amigas de farra?
- No Doctor.
- ¿Y para qué carajos quiere Ud. vivir 40 años más?

- Doctor, fíjese que ya estoy harto, porque siempre que me duermo sueño que un duendecillo me pregunta - ¿ya hiciste pipí? - Y como no he hecho me hago pipí.
A lo que el doctor le reponde:
- Mire; vamos a hacer esto... antes de dormir haga toda la pipí que pueda y después se va a dormir.
El señor se va muy contento a su casa, y cuando llega la hora de dormir hace toda la pipí que puede y luego se va a dormir; cuando está soñando se le aparece el duendecillo y le pregunta:
- ¿Ya hiciste pipí?
Y el hombre contesta:
- Sí, ya hice.
- ¿Y popó?

Se encuentra el paciente tendido en la cama y en la misma pieza se encuentra su médico, abogado, esposa e hijos. Todos ellos esperando el suspiro final, cuando de repente el paciente se sienta, mira a su alrededor y dice:
- Asesinos, ladrones, mal agradecidos, y sinvergüenzas, y se vuelve acostar.
El doctor un poco confundido dice:
- Yo creo que está mejorando.
- ¿Por qué lo dice doctor? - pregunta la esposa.
- Porque nos ha reconocido a todos.

Una monja que tenía hipo, va al médico y le dice al doctor:
- Oiga doctor, tengo hipo y no se me quita, ya tengo así muchos días.
Empieza el doctor a analizarla y le dice:
- Usted está embarazada.
La recepcionista del médico se quedó estupefacta cuando la monja salió del consultorio hecha un basilisco y se fué sin pagar el importe de la consulta. En seguida se asoma el médico y ella le pregunta qué sucedió.
- Nada... La examiné y le dije que estaba embarazada.
- ¡Doctor!... ¡Eso no puede ser!
- Desde luego que no... pero, ¡vaya que le curo el hipo!
Se va la monja al convento y lo cuenta. Al día siguiente va la madre superiora y le dice al doctor:
- Pero, ¿Cómo le ha dicho eso a la hermana?
Y le dice el doctor:
- Si; era para darle un susto y quitarle el hipo.
Y le dice la monja:
- ¡Pues el que se ha dado un susto es el obispo, que se ha tirado desde la torre!

El médico le dice a su paciente en tono muy enérgico:
- En los próximos meses nada de fumar, nada de beber, nada de salir con mujeres ni ir a comer a esos restaurantes caros, y nada de viajes ni vacaciones.
- ¿Hasta que me recupere doctor?
- ¡No, hasta que me pague todo lo que me debe!

Un muchacho está en la sala de espera de una clínica, cuando sale el médico y le dice:
- Buenas y malas noticias, muchacho...
- ¡Oh! ¿Cuáles son las buenas?
- Desde el año pasado a esta fecha, tu pene ha crecido cuatro centímetros...
- ¿Y las malas?
- Es maligno...

- ¡Doctor, doctor!... veo elefantes azules por todas partes.
- ¿Ha visto ya a un psicólogo?
- No, sólo elefantes azules.

Tras examinar a un paciente que es un alcohólico crónico, el médico le dice:
- No encuentro la razón de sus dolores de estomago, pero francamente, creo que esto se debe a la bebida.
- Bueno, entonces volveré cuando usted este sobrio.

Un señor va al médico y le dice:
- Doctor... doctor tengo doble personalidad, ¡ayúdeme a curarla!
- ¿Cuál es el problema hombre?... sentémonos los cuatro y charlemos al respecto.

Un tipo desesperado va al médico y le dice:
- ¡Doctor estoy desesperado!... Ya no sé a quién recurrir; por favor ¡ayúdeme!
- Tranquilo hombre, cuénteme su problema.
- Bueno, resulta que tengo sífilis y ya estoy cansado de recorrer consultorios en busca de alguna cura que no sea el bisturí. A todo médico que fuí... todos me recomendaron lo mismo, que me tenían que amputar el sexo. ¿A ver qué dice usted?
- Bueno... desvístase y acuéstese en la camilla.
El doctor lo revisa y dice:
- No; me parece que no van a tener que amputarle el sexo... ésto es mucho más sencillo. ¡A ver! Súbase en aquel banquito... Muy bien, ¡ahora salte!... ¿Vió, vió? No fué necesaria la cirugía, porque saltando se le cayó solito.

Un tartamudo va a ver a un médico para librarse de su enfermedad:
- Ho-o-ol-a do-c-torr
- Tome asiento y cuénteme, ¿en qué puedo ayudarlo?
- Qui-e-e-rro dd-ee-j-j-ar de s-er ta-ta-ta...
- Si señor, ya lo entiendo. Por favor, cuénteme cómo es un día rutinario de su vida.
- Bu-eno, la ver-da-d que me le-van-to a la ma-ñana y ha-go el a-mor c-on mi mu-jer, al me-diod-ía con mi sec-ret-aria, a la tar-de c-con mi am-ante, y a la no-ch-e de nue-vo con mmi mmujjjer.
- Bueno señor, desvístase que lo voy a revisar...
- ¡Pero señor! ¡Usted tiene tres testículos!... ¡Aquí está su problema! Le voy a tener que operar y extraer el que está de más, con lo que su problema quedará solucionado definitivamente.
Lo opera...
Varios días después el tipo vuelve al consultorio:
- ¡Hola doctor! ¡Mire estoy curado! ¡Mire qué bien que hablo, que fluído! Pero no sabe cómo disminuyó mi vida sexual... Así que... ¡devuélvame mi testículo!
- E-e-eso nno sser-á po-po-sibb-le...

- Doctor, ¡no puedo dormir! Si me echo del lado izquierdo se me sube el hígado, y si me echo del derecho se me sube el riñón.
- Pues, ¡acuéstese boca arriba!
- Entonces se me sube mi marido.

- Doctor, me tiemblan mucho las manos.
- ¿No será que bebe demasiado alcohol?
- Qué va... ¡si lo derramo casi todo!

- Doctor, tengo molestias en los gitanales.
- ¿En los gitanales? Querrá usted decir en los genitales.
- No sé doctor... yo como los veo morenos y con el pelo rizado...

- Doctor, mi marido ya no es lo que era. ¿Puede usted hacer algo para dejármelo como un toro?
- ¡Por supuesto!... desnúdese y empezamos por los cuernos.

- Doctor, ¿Ud. cree que podré vivir 40 años más?
- Depende... ¿Ud parrandea con sus amigos?
- No, doctor.
- ¿Bebe?
- No, doctor.
- ¿Fuma?
- No, Doctor.
- ¿Tiene pareja?
- No, Doctor.
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- No Doctor.
- ¿Y para qué carajos quiere Ud. vivir 40 años más?

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Y patéales el cráneo de risa.
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